Desde la historia feminista decimos Nunca Más

Desde la historia feminista decimos Nunca Más

La historia nos recuerda que ningún derecho conquistado por los movimientos de mujeres y feministas está asegurado. Basta una crisis para que esos derechos se nieguen o se violen, como con el golpe de Estado de 1973 y la posterior dictadura cívico-militar liderada por Pinochet. 

Por eso, como profesoras, investigadoras y estudiantes de la historia feminista, nos mantenemos unidas y firmes en la defensa de la dignidad humana. No olvidamos a las mujeres, niñas, jóvenes, adultas y adultas mayores, que fueron detenidas, torturadas, desaparecidas, exiliadas y exoneradas. Tampoco olvidamos a las disidencias sexo-genéricas y el hecho que las personas afectadas por la dictadura eran de un abanico amplio y variado; fueron tanto pobladoras, como campesinas; amas de casa y prostitutas, ariqueñas y magallánicas. Con orgullo también recordamos a aquellas mujeres que resistieron la violencia política —sexual y social— impuesta por el Estado autoritario, utilizando los medios que tenían disponibles: la pluma, la protesta callejera, y la lucha armada, pero también la arpillera, el bordado, la canción, la cueca sola, y la fotografía..

Esa memoria nos convoca en el presente. Por eso, la Red de Historiadoras Feministas se declara en alerta frente al auge del fascismo en Chile y en cualquier otra parte del mundo, conscientes de que todo proyecto autoritario busca silenciar las luchas de las mujeres y quebrar los lazos intergeneracionales de resistencia. Nuestro compromiso ético-político está con la defensa de la convivencia democrática, basada en el respeto irrestricto a los derechos humanos y en la construcción de sociedades más justas e igualitarias.

Hace unas semanas nos encontramos en el III Congreso de la Red, cuyo lema nos recuerda la historia como oficio de resistencia frente a los futuros posibles. Nos encontramos en aprendizaje, colaboración y reconocimiento de temas y problemas que se preocupan por convivencias más justas. Creemos que en cada profesora e historiadora están los hilos que tejen más democracia y dignidad para las comunidades.

No podemos permanecer silentes ante tiempos que exigen posturas decididas. Debemos estar en Red, en intercambio y propuesta desde nuestro tiempo presente, con la urgencia que ese compromiso implica. El pasado lejano y el reciente nos interpelan para organizarnos en solidaridad con otrxs, frente a la impunidad y por las garantías de no repetición. Todas y todos somos engranajes de la memoria para que nunca más en Chile vivamos una dictadura genocida. Y para que nunca más esas violencias se repliquen en ninguna otra parte.

Por las que vienen, las que somos y las que fueron mujeres y feministas en resistencia. Honramos la memoria y el diálogo intergeneracional, por la esperanza de comunidades más felices y dignas en su existencia y convivencia, contra todas las violencias.